Los animales fueron atraídos a la costa y matados con arpones, el gobierno local sostiene que es una tradición sostenible que alimenta a la población local.
¿Tradición o destrucción? Un nuevo baño de sangre ha manchado las aguas de las Islas Feroe esta semana. El miércoles, unos 200 ballenas piloto y 40 delfines fueron acorralados por pescadores y dirigidos a la costa de Torshavn, la capital de las islas en la isla Streymoy, la más grande del archipiélago.
Los lugareños lanzaron arpones alrededor del cuello de los animales para romper su espina dorsal, una técnica tradicional de la región, y luego arrastraron cuerpos al suelo con la ayuda de ganchos. Los voluntarios de la isla ayudaron en el proceso y una multitud de espectadores se reunieron en la playa para observar las maniobras. El agua estaba pintada de rojo.
Cada año, unas 800 ballenas son sacrificadas en las Islas Feroe. La caza de estos animales está incluida en la legislación del territorio, que se encuentra entre Islandia y Noruega y pertenece a Dinamarca. La legislación cubre los métodos y equipos utilizados para matar animales.
El gobierno local argumenta que la práctica es sostenible y ayuda a garantizar que las 18 islas del archipiélago sean lo más autosuficientes posible. Cada ballena puede producir hasta 800 libras de carne y piel, que consumen los lugareños. El gobierno dice que evita así la importación de alimentos, lo que tendría altos costos para la población y también para el medio ambiente.
A través de las redes sociales, la Blue Planet Society denunció el asesinato "brutal y cruel". "Cerca de 500 cetáceos han sido asesinados para ser consumidos en estas islas desde principios de 2019", advierte la ONG creada para combatir esta actividad.