Si el mundo va a terminar, ¿por qué no ser por una razón ridícula y demente? Como, por ejemplo, construir centrales nucleares sobre una barcaza y enviarla flotando hacia el Ártico. Bueno, ese es real. Si quisieras entrar en pánico ahora, no te culparíamos. El sábado, Rusia lanzó Akademik Lomonosov, la primera planta de energía nuclear flotante del mundo, fuera del astillero de San Petersburgo. Actualmente está siendo remolcado a Murmansk, una ciudad portuaria en el noroeste de Rusia, donde se cargará con combustible; su destino es una ciudad en el Círculo Polar Ártico llamada Pevek, donde comenzará a generar energía en el verano de 2019, según The Independent. La planta de energía no tiene propulsión propia, pero está siendo remolcada hacia el norte para evitar el alto costo de enviarla por tierra, pieza por pieza, a áreas remotas. Una vez que esté allí, proporcionará electricidad a una ciudad de 100,000 personas. Los Lomonosov también impulsarán las plataformas de extracción de petróleo y gas: ahora que el calentamiento global ha abierto nuevas rutas de envío y acceso a combustibles fósiles en partes del Ártico que solían ser intransitables, Rusia está desplegando más recursos para aprovechar. Una vez que llegue, el reactor reemplazará la planta de energía nuclear Bilibino y la planta de carbón de Chaunskaya, que se construyeron en 1974 y 1961, respectivamente.
La energía nuclear, aunque más limpia y podría decirse que es una mejor opción para nuestro planeta que se calienta que el plan de carbón que Lomonosov reemplazará, sigue siendo un negocio arriesgado. ¿Y poner eso en un barco que, a diferencia de un submarino nuclear, está expuesto a las condiciones climáticas del Ártico? Se siente arriesgado por decir lo menos. Los críticos han apodado el proyecto "Chernobyl flotante" y "Titanic nuclear". Rosatom, la compañía de energía rusa propiedad del gobierno que desarrolló el Lomonosov, emitió un comunicado que decía que el reactor flotante sería "invencible" para los tsunamis y otros desastres naturales, y que cumplió con todos los requisitos de la Agencia Internacional de Energía Atómica. La compañía argumenta que han hecho que Lomonosov sea inofensivo para el medioambiente. Sin embargo, por alguna razón, los grupos activistas, así como los gobiernos de Noruega y Suecia no se han asegurado de que un reactor nuclear de gran poder flotante estará a salvo. Lo mismo ocurre con las operaciones de extracción de petróleo, que tienden a filtrarse, contaminando el delicado (y ya amenazado) ecosistema ártico. Hay mucho en juego, y seguramente Rosatom tiene todos los incentivos para hacerlo bien: si algo sale mal, años de costosas tareas de planificación y pruebas, junto con cualquier operación de extracción de combustibles fósiles que la planta habría impulsado. Ah, y ya sabe, la devastación generalizada que resultaría de un accidente nuclear en el ecosistema ártico ya amenazado, y en todas partes donde pueda viajar el agua oceánica irradiada. Los dedos cruzados todo va en la forma en que Rosatom dice que será, y no de la manera en que lo haría una película apocalíptica. Este artículo fue publicado originalmente por Futurism. Lee el artículo original.
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